2° día: (29/11/2020)
Carlos de Foucauld y la Sagrada Familia de Nazaret
Dibujo de la Sgda. Familia, realizada
por el Hno. Carlos de Jesús.
Himno inicial:
Vengo, Señor, mi vida para ofrecer
como ofrenda de amor y sacrificio.
Quiero que mi vida ofrecer
como ofrenda viva en tu altar.
pues para adorar
fue que yo nací.
Haz de mí, tu querer
haz lo que está en tu corazón.
Y que cada día,
yo pueda más y más
estar a tu lado, estar a tu lado
estar a tu lado, Señor. (bis)
Momento de la Palabra:
❖ Palabra de Dios:
Lucas 2, 25-40. (Ver en la Biblia)
❖ Silencio y meditación de la Palabra (10 minutos; ¡deja que el texto hable a tu corazón!)
❖ Breve reflexión:
La Sagrada Familia de Nazaret es modelo y ejemplo de fidelidad y obediencia al proyecto de Dios.
María, la mujer del sí y del silencio, confió su existencia en manos de su Señor, sabiendo que él hace grandes cosas, asumiendo una gran misión y un fructífero compromiso de dar a luz y acompañar al Salvador.
José, guardián de la virgen y custodio de Jesús, hizo su caminar humano, configurado a la voluntad divina e incluso ante la duda, su corazón estuvo a disposición de todo el proyecto salvífico.
¡Tres vidas unidas en un corazón y dispuesto a dar amor!
Al contemplar la vida de la Sagrada Familia, Carlos de Foucauld refiere su vocación, al estilo de vida y sencillez de la Familia de Nazaret, adoptando en su itinerario personal el “modus operandi” de la casa de Jesús, viviendo en extrema pobreza, silencio, soledad, oración, afecto, hospitalidad, renuncia diaria y trabajo.
Nosotros como sus herederos espirituales tenemos que apuntar a este estilo de vida, con la vida de Jesús como el enfoque principal, bajo las miradas cariñosas de María y José.
¡Que vivamos juntos este ideal!
Oración de confianza:
Dame, Señor, Dios mío lo que te queda, lo que nadie te pide.
No pido descanso ni tranquilidad, ni del alma ni del cuerpo.
No te pido riqueza, éxito o salud.
Tantos te piden esto, Dios mío, que ya no tienes que dar.
¡Dame, Señor, lo que queda!
¡Dame lo que todos rechazan!
Quiero inseguridad e inquietud.
Quiero la pelea y la tormenta.
Dámelo, Dios mío, definitivamente.
Dame la certeza de que esto será, mi parte para siempre,
porque no siempre tendré el valor de pedírtelo.
Dame, Señor, lo que te queda.
Dame lo que otros no quieren.
¡Pero también dame coraje, fuerza y fe!