Jesús quiso anunciar la Buena Nueva al mundo desde la perspectiva de los pobres. Vivió una vida oculta en Nazaret durante treinta años, compartiendo allí la vida de los artesanos y sosteniéndose del trabajo de sus manos.
Por eso, los hermanitos y hermanitas
seguidores de sus intuiciones de fe; eligen el trabajo manual y sencillo, si es
posible. Viven de los medios que ganan en sus trabajos.
Nunca ocupan puestos de liderazgo ni enseñan para estar a la par de las personas con las que trabajan.
Con esta solidaridad, las hermanitas y hermanitos quieren testimoniar que cada persona tiene un gran valor ante Dios.
Como fruto de esta impronta espiritual, las Hermanitas y Hermanitos de Carlos de Foucauld no se dedican a ningún apostolado organizado, ni poseen obras propias, como escuelas, hospitales o instituciones de caridad.
Su apostolado es compartir la vida con las personas que el Señor ha enviado en su camino, ya sea en su trabajo o en el barrio donde viven. Les hablan de Cristo como de amigo a amigo, pero sobre todo dan testimonio de Él con su vida.