Esta reflexión del Camino de la Cruz (Via Crucis) fue escrita en 1946, por el hermano René Voillaume, fundador de los Hermanitos de Jesús y las Fraternidades de Hermanitas y Hermanitos del Evangelio. Esta publicación es una versión abreviada de la misma que publicó en ingles la página web de la Familia espiritual de Inglaterra Iesus Caritas: http://www.jesuscaritas.info
Creo que en este tiempo de cuaresma puede ayudarnos mucho en nuestros tratos con el Bienamado, como así también en las reflexiones apropiadas para este tiempo en nuestras Parroquias o Grupos de pertenencia.
Cabe destacar que las imágenes que figuran en cada una de las estaciones fueron pintadas con lápiz y tinta negra por el hermano Carlos en madera de cajas para embalaje, para su capilla en Beni Abbes; allí mismo hoy día podemos encontrarlas y rezar junto al Hermanito el camino de nuestra salvación.
INTRODUCCIÓN
La cruz, la cruz de Jesús, está ahí delante de nosotros, y junto a Él podemos ver a su Madre, con Juan, el discípulo amado y María Magdalena a quien has perdonado a causa de su gran amor por ti.
Ellos también nos miran, como si desde la distancia, nos dijeran que tú eres el Cristo, nuestro Salvador.
Vamos a acercarnos a Ti, pidiendo el don de la fe, pues cómo dijo nuestro Hermanito Carlos “cuándo mas creemos y entendemos, cuanto más amamos”. Creemos, Señor, pero ayuda nuestra incredulidad. Fortalécenos Señor, porque son pobres nuestros esfuerzos para amarte más. Abre nuestros corazones y mentes a tu sufrimiento, tu agonía y muerte. Muéstranos el camino a la vida a través de ti.
ESTACIÓN 1, JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
¿Quién se ha preocupado por saber si lo que decía era verdad? El mundo de lo divino y el mundo de lo humano han sido brutalmente confrontados. Tu fidelidad a la verdad de tu ser, se enfrenta a todo lo que bloquea nuestro corazón a tu verdad.
Aquí somos testigos del imperialismo de los gobernantes, el fariseísmo implacable de los doctores de la ley y de los escribas, el nacionalismo duro de los jefes de Israel, y la cobardía de la multitud sin nombre. Ellos estaban obligados a intentar, obligados a sentenciar tu muerte y te sacaré de en medio. Cara a cara como estamos con las solicitaciones y contradicciones del materialismo, el nacionalismo, la inmoralidad, el egoísmo y jueces hostiles del mundo de hoy, concédenos seguir siendo fiel hasta el punto de morir por la verdad y la pureza de su imagen en nosotros como el Hijo de Dios.
ESTACIÓN 2, JESÚS RECIBE LA CRUZ

Haber aceptado este sufrimiento y esta muerte fue una agonía misteriosa y terrible, una pura contradicción a la integridad y la pureza de tu naturaleza.
En el nombre de tu valor y en el nombre de tu amor, sólo podemos pedir la luz para discernir y hacer frente a la cruz, la cruz que se ha preparado para nosotros, la cruz prevista para cada uno de nosotros en el íntimo tejido misterioso de nuestras vidas.
Enséñanos a ver nuestras cruces cotidianas como un camino de vida a través de ti Señor. Enséñanos a recibir nuestra cruz.
ESTACIÓN 3, JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.

Nuestras caídas, a causa de nuestra debilidad de cuerpo y espíritu son experiencias comunes. Pero hay algo que debemos aprender, una de las primeras cosas que debe aprender, mientras luchamos en tu seguimiento, y que nos parece tan difícil, es que nuestra cruz consiste sobre todo en saber aceptar nuestras caídas, y luego ponernos de pie y seguir con nuestras vidas sin mirar atrás.
Jesús, te rogamos, que nunca permitas desesperarnos. Ayúdanos a caminar con confianza y ante cada caída nos permitas ver que lo único que importa es el amor en nuestros esfuerzos para empezar de nuevo.
ESTACIÓN 4, JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE.

Su fe no ha disminuido; cada vez es más fuerte, con un amor más fuerte que la muerte. Ahora sus ojos se encuentran. En su propia soledad, la soledad infinita de su tarea de redención, allí donde ninguno de sus discípulos lo podían seguir o entender, incluso, allí hay una presencia, la presencia de su madre.
Más cerca que nunca, a pesar de que está presente con toda su ternura maternal, ella también debe permanecer detrás pues “donde yo voy, no me puedes seguir”. "Jesús se convierte ahora en medio de la pasión, en la posesión de cada persona, de cada pecador, de todos y cada uno de nosotros.
Nosotros también tenemos que darnos cuenta de que en la medida de nuestras vidas se hacen compañeras de la misión del Salvador, también estarán marcadas por la soledad, porque como Él nos pertenecemos cada vez más a todos y no vamos a tener nada que reclamar para nosotros mismos. Nuestros corazones estarán unidos con el suyo, por ello serán consagrados, entregados, abiertos y disponibles.
ESTACIÓN 5, SIMÓN DE CIRENE CARGA CON LA CRUZ DE JESUS

Simón era el hombre necesario. Un trabajador pobre, al que se pudo imponer a voluntad. No importaba lo que pensaba o sentía.
¿Habrá tenido alguna idea, Simón sobre lo grande y significativo de lo que se le pidió hacer?
¿Qué tan difícil es para nosotros aceptar esta verdad: que la parte de nuestra vida mejor preparada para acoplarse con la obra de la redención del mundo es la que solemos considerar como insignificante, sin importancia o incluso irrelevante? Queremos liberar la vida de su pobreza y humildad. Sin embargo, es precisamente nuestra pobreza que nos hace digno de ser llamados al servicio del amor en los pasos del Salvador.
No se puede llamar a los ricos, a los espléndidamente vestido, al bien ubicado, sólo los pobres, los sin importancia, el hombre al que nadie presta atención, pero que al igual que Simón, se puede contar con ellos para hacer un trabajo duro y sin quejarse.
¿Podemos permanecer entre la gente común, que no llegó a los titulares, lo suficientemente humilde como para estar listos para el servicio del Salvador?.
ESTACIÓN 6, LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

A menudo estamos ciegos, vueltos hacia nosotros mismos, y sin embargo estás ahí, nuestro Dios, ante nosotros. Sólo un amor audaz como la de esta mujer nos permitirá ver tu rostro, donde te ocultas, en la pobreza, en la enfermedad o el dolor.
Señor, que podamos ser siempre capaces de encontrarte donde quiera, que podamos descubrir tu rostro que se oculta en todos los sufrimientos visibles u ocultos de nuestro mundo.
ESTACIÓN 7, JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.

Tales caídas, caídas de debilidad, caídas motivadas por el cansancio, caídas de mero hábito, son muchas en nuestra vida, Señor. Ellas nos detienen en el camino hacia Ti
Se tú nuestra fuerza y vida. Nada puede separarnos de tu amor, la fuente de la vida surgiendo dentro de nosotros ahora y en la eternidad.
ESTACIÓN 8, JESUS SE ENCUENTRA CON LAS MUJERES DE JERUSALEN.
Las mujeres lloraban estaban muy lejos de comprender y, de hecho ¿quién de nosotros podía entender lo que significaba nuestro Salvador para ver en la profundidad de los pecados, todos los pecados del mundo? Jesús ha querido cargar la cruz de su amor por cada uno de nosotros.
En tu misericordia suave, Señor, perdónanos. Perdona el pecado de todo el mundo. Abre nuestros corazones y mentes a la profundidad de tu amor por cada persona en la tierra.

Si entregamos nuestras vidas por completo, el amor puede transformar nuestra debilidad. Jesús, enséñanos a acoger cada invitación al amor. Permítenos llevar cada respuesta a través de los límites de nuestra fuerza. Deja que tu gracia esté presente en nosotros a cada instante, incluso cuando parece que no podemos ir más lejos. Deseemos sólo en nosotros mismos el cumplimiento de cada detalle de la voluntad del Padre, aun cuando a veces no somos capaces de entender.
ESTACIÓN 10, JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Nos imaginamos servirle en grandes actos de coraje, entrega y sacrificio, incluso en una muerte heroica, pero tú nos hablas de otra manera, eres el Señor de la impotencia, la vergüenza y el escarnio, el tener que acercarte al final de tu vida aparentemente sometida y desnuda, golpeada y humillada en las partes más secretas de tu ser.
La ropa que vestimos, estas prendas que tanto obstaculiza nuestro progreso hacia ti, aunque sólo fuera como un abrigo que se pone por la mañana y se quita por la noche! Nos cubre con demasiada fuerza, se pega a nuestros cuerpos. Fue por esta causa Señor, que no podías ir a tu muerte sin ser despojado de tus prendas y arrancadas de tu cuerpo herido.
ESTACIÓN 11, JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
El Hijo de Dios está colgado en la cruz, clavado y desvalido. Inexorablemente, el final se acerca. ¿Es este el bautismo has deseado grandemente? ¿Esta es la hora que has esperado tanto?
Al dar a la totalidad de tu ser, de esta manera se está logrando por fin el misterio para el que te encarnaste: Estás dando vida a todos los pueblos del mundo, has comenzado a atraer todas las cosas hacia Ti. Tu madre y Juan han abierto el camino. Nosotros también debemos permitirnos abrazar la cruz, por ella la vida, la verdadera vida y la vida en plenitud nos espera.
¿Podemos aceptar ser salvado por la sangre de Jesús y nos dejarnos ser amados de esta manera?
ESTACIÓN 12, JESÚS MUERE EN LA CRUZ
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen '.
"Mujer, ahí tienes a tu hijo .... Hijo ahí tienes a tu madre '
"Este día estarás conmigo en el paraíso."
"Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?"
'Tengo sed'.
"Está consumado".
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Señor, ayúdanos a escuchar tus palabras, nos ayudan a entender tus palabras, nos ayudan a recibir tus palabras. Enséñanos a amar.
ESTACIÓN 13, JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ

Pero en ti María, la fe y la esperanza aún vigilan, sabes que hay algo que debes esperar cuando todo parece roto y destrozado. Hasta su último aliento les dijo a sus seguidores que iba a resucitar. ¿Acaso no es Él la vida, como les había dicho?
En esas horas de nuestras vidas en Jesús parece que ha muerto, cuando todo parece sin esperanza, y no entendemos, nos da María la fuerza de su esperanza. ¿Podría ser que tan a menudo en esos momentos la luz de la vida está esperando para alumbrar al fin?
Jesús, con todas nuestras fuerzas, te pedimos la gracia de la esperanza y de la fe en escucha de tu palabra.
ESTACIÓN 14, JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO

Te quedaste sólo tres días en la tumba y esos tres días son nuestra última esperanza. Cara a cara con el fracaso y la muerte, nos olvidamos de que es la esperanza de lo que tenemos que hablar. Dale Señor la fidelidad indudable a tu Iglesia. Que nuestra confianza sea invencible, y nuestra certeza de que la verdadera vida finalmente triunfará en el mundo.
Señor ayúdanos a creer en la Resurrección.