Una reflexión de Arrupe, que seguramente el Hermanito Carlos de Jesús abonaría letra por letra...
Sed buenos:
buenos en vuestro rostro, que deberá ser distendido, sereno y sonriente;
buenos en vuestra mirada, una mirada que primero sorprende y luego atrae.
Sed buenos en vuestra forma de escuchar: de este modo experimentaréis, una y otra vez,
la paciencia, el amor, la atención y la aceptación de eventuales llamadas.
Sed buenos en vuestras manos:
manos que dan, que ayudan, que enjugan las lágrimas,
que estrechan la mano del pobre y del enfermo para infundir valor, que abrazan al adversario y le inducen al acuerdo,
que escriben una hermosa carta a quien sufre, sobre todo, si sufre por nuestra culpa;
manos que saben pedir con humildad para uno mismo y para quienes lo necesitan,
que saben servir a los enfermos, que saben hacer los trabajos más humildes.
Sed buenos, si sois jóvenes, con los ancianos;
y, si sois ancianos, sed buenos con los jóvenes.
Sed contemplativos en la acción: mirando a Jesús (para ser imagen de Él)
sed, en este mundo y en esta Iglesia, contemplativos en la acción;
transformad vuestra actividad ministerial en un medio de unión con Dios.
Sed santos: el santo encuentra mil formas, aun revolucionarias,
para llegar a tiempo allá donde la necesidad es urgente.
El santo es audaz, ingenioso y moderno;
el santo no espera a que vengan de lo alto
las disposiciones y las innovaciones;
el santo supera los obstáculos y, si es necesario,
quema las viejas estructuras superándolas…
Pero siempre con el amor de Dios
y en la absoluta fidelidad a la Iglesia
a la que servimos humildemente
porque la amamos apasionadamente.
Pedro Arrupe
(de un retiro a sacerdotes en Cagliari, 11 de marzo de 1976)